martes, 30 de enero de 2018

"Por más que el viento sople"





 
Por más que el viento sople,
Por más que se convierta en  vendaval
Por más que el agua torrencial golpeé,
Ella sigue en su lugar


Sobre la hierba en la ladera del monte más alto, el cabello  ondulando caprichosamente como un mandala, que el viejo serpa coloca antes de partir, pues en su fuero interno siempre esta el regreso. Hasta que ella diga basta y tenga que partir, no sin antes colgar su último mandala. No le pide que le haga eterno pero si que su impronta quede grabada en la desnuda piedra para que alguien al pasar por esos caminos, le dedique un beso o simplemente pose la mano sobre su rostro.


Eternizarse no partir jamás…  pero somos energía, parte de ese cosmos infinito que nos conmina a vagar eternamente hasta que algo nos hace regresar en otro cuerpo, con otros sueños esos mismos que de vez en cuando se nos antoja un Déjà vu, cuando nos cruzamos con un extraño y nos levanta un cúmulo involuntario pero placentero de sensaciones y ese eterno “Ya he estado antes aquí, y te he visto en este mismo lugar…

Alexandros, ese nombre se le queda en el pensamiento y al igual que lo alaba,  maldice.

Quieta sin movimiento aparente.
Sabes de ella por su mirada viva,  llena de luz.
Sabes que siente, por sus ojos
Esos mismos ojos, a veces acuosos.

Son manantial de esperanza que te gritan ¡estoy aquí!
Que aun tiene tiempo para ti.
Quien ha de venir así se lo ha hecho saber.
Nada como el tiempo que nos dejan de más,
Suficiente para unas cosas.
Otras demasiado breves, para un abrazo.

Maldice a Alexandros por su sensibilidad.

Se identifica con Venus…
De tal belleza que se ruboriza al compararse con ella
y desea que llegue el nuevo día,
Como ansía la noche, en lo más hondo de su ser…

      Porque cuando la noche llega, se deja conquistar sin esfuerzo por el buen Morfeo y no pasan ni dos minutos cuando esta totalmente rendida sobre sus brazos.
Corre y da vueltas sobre si misma hollando levemente el suelo, admirándose de las flores, embriagándose de su perfume, que generosamente destilan.
Ahora esta en tierra, hora en el mar, sobre una barca dejándose mecer. Y otra se encuentra en la proa de ese viejo barco varado tierra adentro, en la pequeña aldea, que el sol de la tarde bruñe de cobre y en su despedida diaria viste de sombras chinescas el horizonte de montañas, ocultando a la vista el pico del Águila.

Él espera a que llegue ese día en ese mismo sueño, saluda y besa su rostro y la mira a hurtadillas, avariciosamente, gravando en su magín cada detalle, disfrutando del verbo fluido, y esa risa que prodiga poco pero cuando llega es cascada de luz.

Luz  que salta sobre las peñas,
Luz que atraviesa las lágrimas del rocío vespertino
Que convierte en mil centelleos.
Transformando al atravesar las diamantinas lagrimas,
en calida policromía de colores imposibles.

Coqueta como siempre, blusa blanca, pequeños pendientes, retienen el color del mar en dos diminutas aguamarinas, hablan de esto y de aquello sin prisas. Hablan de sus casas y sus cosas, de cómo el tiempo va madurando y las cosas de sus críos, que despacio  ve como crecen, y deprisa, más deprisa de lo que se desea, ve como   se van escapando. Ley de vida que asume con una mezcla de contradicciones.
Ya no la necesitan tanto y una sombra le vela el rostro por unos instantes, pero pasa ligera y vuelve la sonrisa a su rostro, él anda  a mano, para soltar un chascarrillo y volver a disfrutar del momento, que se eterniza en el sueño…

Sueño que tan solo con abrir los ojos se desvanece.

Ligera muy ligera, casi etérea.
Acompaña a las estrellas
Baila con los planetas
Y desde su éxtasis ve la gran bola azul, la envidia de la galaxia, una más entre miles de ellas y se pregunta ¿Quién andará por ahí?, tan solo el eco de su pensamiento contesta ¿Quién andará por ahí?.
El aroma de un café la trae a la vida, a la luz tenue que va quedando en la tarde, el cuerpo se va desperezando, la brisa suave eriza la piel y los ojos abren con cuidado administrando el paso de la luz y a su lado el amor, el guardián de su persona, amor desboscado que se desvive, que no le falte nada, no sabe Alexandros como acertar sin llegar a ser molestia para ella…
Abre los ojos y se enfrenta a una sonrisa…

                                               En la puerta del sueño, una sombra solloza

                                                                                              Epi

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